Museo de Monteagudo

Museo de Monteagudo

Se constituye como la primera fase de un proyecto que debe mejorar los accesos al castillo de Monteagudo.
Obra
Museo de Monteagudo.
Arquitectura
Amann, Cánovas, Maruri Atxu Amann Alcocer , Andrés Cánovas Alcaraz, Nicolás Maruri González de Mendoza.
Constructora
Intersa
Ubicación
Monteagudo, Murcia, España.
Período
2006 - 2007. Fecha obra: Junio 2008 - 2010
Colaboradores
Javier Gutiérrez, Ana López, Patricia Lucas, María Mallo, Mónica Molero, Carlos Ríos, Antonio Rodríguez.
Fotografía
David Frutos
Web
amanncanovasmaruri.blogspot.com

El proyecto del Museo de Monteagudo se emplaza en la ladera del monte habitada desde hace miles de años y que conserva restos materiales de un poblado argárico, restos romanos y árabes. El terreno, de complejos bordes, se sitúa lateral a uno de los accesos al castillo de Monteagudo, e incluye una ermita a conservar. En este contexto, la propuesta busca conformar y poner en valor un lugar conservando las preexistencias y haciendo parte de un proyecto mayor de mejoramiento de los accesos y recuperación del castillo situado en la cima Los autores lo definen como un recorrido, un parásito y un mirador. Aciertan: es todo eso y mucho más. El museo conforma el lugar construyendo su borde complejo con un volumen-recorrido que se ajusta a la topografía, los deslindes y el cerro  y que envuelve y abraza la ermita que ahora, integrada, destaca. El gesto envolvente es preciso y se enriquece con la talla del volumen y el uso del material y las texturas. Desde el punto de vista de la construcción, sendos muros de pantalla de hormigón se coronan con una losa también de hormigón armado. Sobre esta estructura se monta una superestructura de acero hecha en perfiles tipo doble T soldados. Los cerramientos son de chapa metálica y llevan sellado e impermeabilización con una membrana de poliuretano proyectado. Una estructura secundaria soporta el revestimiento de  (ver) acero cortén perforado  que actúa como una fachada ventilada, cuyo color y textura empatiza con el paisaje del entorno y devela el volumen construido. Es justo, se mimetiza sin esconderse: se regala. En la intensa luz del cielo de Murcia este museo construye sombra y se establece como lugar.

F. Pfenniger

Este edificio es, sin duda, un parásito.

El edificio se sitúa en la ladera de mediodía del cerro de Monteagudo.

Se constituye como la primera fase de un proyecto que debe mejorar los accesos al castillo de Monteagudo, rehabilitando éste para convertirlo en un lugar visitable y fundamentalmente seguro.

La ladera del monte es un territorio ocupado históricamente desde la prehistoria y con restos de estructuras materiales desde el mundo argárico hasta nuestros días, pasando por la civilización romana y la árabe.

En particular en el emplazamiento elegido para el Centro de Visitantes se encuentra un poblado argárico en un buen estado de conservación y un yacimiento romano.

En el emplazamiento se sitúa también la ermita de San Cayetano. Lo que le otorga un cierto carácter.

El edificio propuesto tiende a adaptarse a las múltiples condiciones de contorno, dando respuesta a la conservación de los restos y también consolidando el lugar desde un punto de vista formal y dimensional; poniendo especial atención a la integración en la ladera del monte y en su visión desde el castillo.

El edificio es un recorrido y un parásito aferrado al monte.

Como recorrido, resuelve sus accesos mediante rampas que solucionan el problema de la accesibilidad y también la inserción volumétrica de la pieza en el entorno.

Como parásito, se mimetiza en colores y formas y se cubre con una piel de caligrafía vegetal que tapiza la totalidad del edificio.

Su planta baja tiene una vocación pública en el sentido de proyectarse abierta a los vecinos. Sus grandes muros de celosía metálica, a veces correderos, y habitaciones de hormigón construido con rudeza se presentan desnudos. Proporcionan cobijo y conexión con el exterior. 

Es un lugar a la sombra.

En el piso superior se estructuran los usos relativos a las salas de exposiciones permanentes y temporales, es un lugar cerrado y vigilado, que solo se abre para mirar de manera controlada a las mejores vistas de la vega y el castillo. El edificio es también entonces un mirador, una ventana que se convierte en vitrina y que enmarca piezas exteriores que deben ser mostradas para ser aprehendidas.

El edificio se construye en su planta baja con pantallas estructurales de hormigón visto y cierres metálicos. En su remate superior se ejecuta con una estructura metálica que resuelve los grandes vuelos y se cierra con un panel de múltiples hojas que queda sellado con una impermeabilización en caliente; se remata finalmente con una piel de acero cortén perforada, que actúa como la capa final de una fachada trans-ventilada que retoma el viejo asunto del clima como contexto.

Atxu Amann, Andrés Cánovas, Nicolás Maruri

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