Taller de Arquitectura en el desierto

Taller de Arquitectura en el desierto

Con muy pocos elementos y con gran economía de recursos, se crea un espacio noble finamente integrado al entorno
Obra
Taller de Arquitectura en el desierto
Arquitectura
Jorge Losada
Ubicación
Universidad de Piura, Piura, Perú
Año
2015
Colaboradores
Lola Rodríguez, Carlos Berián
Sup. construida
752m2
Fotografía
Jorge Losada

Si el auto encargo (o sea la obra proyectada por el arquitecto para sí mismo y su propia familia) es una tarea difícil que hemos tenido oportunidad de mostrar en algunos ejemplos, el encargo del proyecto de un taller de arquitectura (o sea, la obra proyectada para ejercer la profesión docente proyectada para sí mismo y su inmensa familia de estudiantes y colegas) ha de serlo mucho más. Más allá del evidente desafío profesional que implica como programa, el arquitecto enfrenta -imagino- otras preguntas. ¿Cómo abordar las expectativas de una comunidad universitaria involucrada, informada, alerta y crítica? ¿Cómo satisfacer las posibilidades financieras de la institución y sus propios superiores que son, además, colegas? ¿Cómo atender a sus propias proyecciones y expectativas? La solución a estas dudas y a las propias de la obra se resuelve con una precisión de origen que, citando a Koolhas, propone que el Taller es un espacio donde casi no hay nada para que pueda pasar de todo. En ello y en la renuncia anticipada a todo protagonismo de autor, se encuentran las claves de este proyecto que se hace cargo de la condición de clima extremo (un desierto sobre el que caen ocasionales lluvias torrenciales) insertando en un bosque plantado de algarrobos un pabellón de poco más de 700m2, muy abierto, de límites permeables y difusos que responde más a la necesidad de crear sombra, a la descripción de un cobertizo, que de un recinto en el sentido tradicional del concepto. Sin embrago, detrás de las sutiles acciones edificatorias hay una fundamentación sólida y consistente que crea un espacio ilimitado dentro de otro espacio. Cuatro ejes paralelos de marcos hechos con perfiles tipo doble T reciben una cubierta de chapa doblada conformando una bóveda de cañón corrido. La cubierta se estructura por la propia geometría del arco de chapa (de alta eficiencia y bajo requerimiento de material) sin demandar estructura adicional. Los ejes de apoyo de la bóveda de las que se suspende un cielo falso blanco son, además, las canales recolectoras de aguas lluvias que se canalizan para su mejor aprovechamiento. Se genera así un gran volumen de aire ventilado que crea condiciones de sombra y acondicionamiento térmico que se benefician de la altura del total, de la apertura de las sutiles mallas del cerramiento y de la proyección de enormes aleros (4,0m) que evitan el asoleamiento excesivo del espacio habitable. Con muy pocos elementos y con gran economía de recursos, se crea un espacio noble finamente integrado al entorno atendiendo a sus condiciones, un soporte para la formación que habla por sí mismo de las posibilidades de la arquitectura: cuando se hace las preguntas adecuadas se alcanzan las respuestas justas y necesarias. Un proyecto notable, una lección.

F. Pfenniger

Piura se encuentra en el desierto de Sechura, una ciudad rodeada de arena y dunas. El río, del mismo nombre, apenas genera un tímido corredor verde. En este difícil contexto, la Universidad de Piura ha conseguido reforestar un centenar de hectáreas con un bosque seco, un oasis de algarrobos en el que implantar sus instalaciones.

El Taller de Arquitectura intenta hacer frente a estas condiciones extremas mediante dos estrategias: la creación de una gran sombra y el planteamiento de un espacio radicalmente ventilado. Se huye de la arquitectura masiva que acumula el calor y que, o bien es inconfortable, o bien requiere aire acondicionado y conlleva un gasto energético inasumible.

Se optó por una estructura de acero y una cubierta de chapa conformada cuya altura oscila entre los 6 y los 9 metros. Bajo esta membrana (3 bóvedas de 12 por 21 metros), un gran colchón de aire que se renueva con la brisa más leve permite disipar la radiación de la cubierta.

Un segundo techo, de tableros de madera prensada pintada de blanco y colgado de la estructura, evita la radiación y acota el espacio. Con capacidad para 120 mesas de arquitectura, el taller se abre al paisaje mediante una gran rasgadura de 36 metros de largo y 3 de alto. Un marco horizontal que responde a la componente igualmente horizontal del bosque de algarrobos en el que se inserta.

El eje longitudinal del Taller se orienta en dirección este-oeste para abrirse hacia el sur, de donde soplan los vientos dominantes. La cubierta se proyecta cuatro metros con respecto a la losa útil para evitar la iluminación solar directa y que en esta latitud viene tanto por el norte como por el sur.

En los espacios intersticiales se introducirán especies vegetales adaptadas a este clima y que ayuden a frenar las partículas de arena en suspensión que pudiera arrastrar el viento así como a ahuyentar los insectos.

La fachada, como todo lo demás, apenas existe. Una malla metálica vela sutilmente el paisaje e impide la entrada de animales grandes. El límite desaparece y uno tiene la sensación de trabajar directamente en el bosque, bajo una gran sombra y con una sensación térmica agradable.

En la parte superior, una vez superado un canal horizontal que asume las lluvias torrenciales que eventualmente azotan la región, el cerramiento es una red de pescador tensada. En definitiva, el Taller de Arquitectura acota un espacio de trabajo en el desierto y responde al contexto aprovechando las posibilidades del programa. Parafraseando a Rem Koolhaas, el Taller es un espacio donde casi no hay nada para que pueda pasar de todo.

Jorge Losada es arquitecto de la Universidad de Navarra desde 2005, con especialización en Paisaje y Medio Ambiente. Se doctora en Arquitectura en 2012 en la misma universidad. Ha sido invitado como investigador y crítico en diferentes escuelas como la Politécnica de Milano, la Helsinki University of Technology o la Columbia University de Nueva York. Como docente ha trabajado como profesor asociado en distintos departamentos de la Universidad de Navarra y actualmente es profesor de proyectos arquitectónicos en la Universidad peruana de Piura.

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