Arquitectura en acero

Se trata del esfuerzo de recoger en un solo edificio muestras y testimonios de un período de la historia del siglo 20 que ha marcado a generaciones. No es el único museo en el mundo que trata de este tema. Hay muchos de ellos en varios países, desde luego en los territorios de los actores principales. Muchos están construidos en espacios que otrora fueron bunkers o hasta bases de misiles. Este no es un lugar para hablar de política, por supuesto, ni es nuestro interés, pero hay que decir que, por lo menos es difícil la tarea, sobre todo pensando en el clima que rodea las acciones propias del período en que fuerzas yuxtapuestas y contrarias imponían una mirada hegemónica y mesiánica sobre un mundo que se valoraba como un territorio a asegurar o, en el mejor de los casos, a repartir. Aceptando esta condición y honrando el desafío, este proyecto que propone un edificio nuevo para recibir parte de la colección de aviones y documentos de la Real Fuerza Aérea de Gran Bretaña, reconoce en su estructura y morfología la condición divisoria entre fuerzas en pugna irreconciliables. Lo hace en la concepción del edificio cuya volumetría está representada en la viga central de 130m de largo instalada a más de 30m de altura hacia la que convergen dos cuerpos opuestos y simétricos que describen sendos planos de doble curvatura. La viga es doble, contiene un vacío, una grieta que es fuente de iluminación al espacio de exhibición. Esta viga es, pues, lo que separa, pero también lo que unifica. Hay una aproximación simbólica en este edificio que está resuelto con una concepción estructural y constructiva muy simple, tanto que le ha merecido reconocimientos en el área de la construcción en acero en Europa. Se diferencia de otros museos destinados a recordar el tema en que no apela a una estética que ensalza los discursos ideológicos si no que propone, a partir de un edificio simple pero sugerente, una mirada propia sobre el pasado y el futuro posibles. La construcción es de una simpleza y economía que contrasta con lo que guarda. Las vigas de celosía de la cumbrera reciben unas columnas de viento también de celosías que conforman el manto de la cubierta desplazando progresivamente su apoyo en la base. Se describe así la doble curvatura del manto, una geometría simple que ha sido materia de otras incursiones pero que aquí se aplica a la perfección. En los testeros, los cerramientos son abiertos o traslúcidos, así como en parte de los mantos laterales. En este edificio casi desnudo (estructura y manto, todo a la vista) hay protagonistas obvios que son la materia expuesta, pero también sutiles, como el manejo de la luz y la climatización natural. Se valora el aporte en un entorno de una economía del edificio que raya en lo mínimo.

F. Pfenniger